Editorial 1. Noviembre 2014.

El próximo año va a comenzar una nueva etapa para Upasunqu, una especie de refundación, un re-pensarse y ver para qué nacimos y hacia dónde vamos. En este tiempo, y ya son seis años, es evidente que ha habido luces y sombras.

Entre las luces hay que destacar la fidelidad al compromiso con los empobrecidos del planeta, ya que por ellos estamos aquí. Luces que nos alumbran son cada contenedor que hemos enviado y que ha culminado con nuestro reconocimiento oficial por parte del movimiento Emaús Internacional como grupo aliado para el envío de contenedores. Luces que alumbran nuestra sociedad, a veces tan sombría, sois cada una de vosotras y vosotros, socios y voluntarios, que habéis aportado vuestro dinero, vuestro tiempo y vuestro desvelo. Hacéis posible creer que otro mundo es verdaderamente posible. Al igual que nuestros compañeros de las Águilas Emaús en Piura y la CVX GEC-Kingabwa en Kinshasa. Aquí y allá. Como intentando que no se separe más ese mundo roto que aparece en nuestro logo.

Entre las sombras podemos contar el no haber sabido ni podido crecer un poco más como organización. Eso nos ha limitado el ampliar las ayudas y aumentar las actividades, los pequeños proyectos que quizás no suponen mucho para nosotros pero sí para los beneficiarios.

Somos pequeños. Somos "pobres de Espíritu", de "corazón tonto", como pone una traducción literal. Pero "tontos" por utópicos, soñadores, y con un corazón que sufre ante el dolor de los demás, a la vez que es fuerte para mantenerse en la lucha.

Somos plurales una organización aconfesional, aunque tenemos dos soportes ideológicos muy claros: del movimiento  Emáus del abbé Pierre, "servir primero al que más sufre"; y de la Comunidad de Vida Cristiana, "con particular urgencia sentimos la necesidad de trabajar por la justicia, con una opción preferencial por los pobres y un estilo de vida sencillo que exprese nuestra libertad y nuestra solidaridad con ellos".

Y de aquí nacen nuestras opciones: acompañar y ayudar económicamente a familias en riesgo de exclusión (Piura) y a enfermos y huérfanos del SIDA (Kinshasa); reciclar mediante el envío de contenedores para hacer este planeta más sostenible; proponer el decrececimiento, sobre todo en el Norte, teñido todo ello de una vida austera pero alegre; y luchar por la justicia y los Derechos Humanos.

Desde aquí os invitamos a seguir en la brega y a animar a otros a que se nos unan. Merece la pena.