ARTÍCULO DE SOLASBIDE - PAX ROMANA
Estimadas/os amigas/os: presentamos el interesante artículo de la organización Solasbide-Pax Romana al que pertenecen tres socios de Upasunqu.
COMPROMISOS CRISTIANOS ANTE LA CRISIS
1. Presentación:
Desde
Solasbide-Pax Romana, ante la gravedad de la actual situación
socioeconómica, queremos adoptar y adaptar
a nuestras circunstancias en Navarra, las reflexiones de un grupo de laicos vizcaínos
que, aplicando las orientaciones de la pastoral de los obispos vascos “Una
economía al servicio de las personas”, publicaron hace unos meses un
documento con este mismo título de “Compromisos
cristianos ante la crisis”. La realidad de la pobreza no es coyuntural
(los datos anteriores al actual “período de crisis” así lo atestiguan), ni
afecta por igual al “Norte” y al “Sur” del planeta. Tiene, pues, un componente
“estructural”, que tiene que ver con el mismo modelo económico y social
imperante que crea estas desigualdades “asimétricas”: se agudizan en el Norte
mientras disminuyen en ciertos países del Sur aunque con unos índices de
pobreza aún escandalosos. Pero, además de la denuncia y la lucha contra la
actual situación y sus raíces, que causa dolor y sufrimiento en un número cada
vez mayor de personas, es fundamental dar testimonio y ejemplo, con
comportamientos diferenciales que puedan ser signos indicativos de
responsabilidad y solidaridad por parte de quienes nos llamamos creyentes.
Por
ello queremos lanzar también una campaña en la que invitamos a cristianos y
comunidades de Navarra a hacer una reflexión crítica, desde la realidad y desde
nuestra fe, e invitamos a creyentes y no creyentes a asumir o a profundizar en
una serie de compromisos concretos que vayan en la dirección de un cambio
profundo de esta situación.
2. Algunos datos:
A. Antes de la crisis.
Según
datos oficiales (INE, Gobierno de Navarra), en el año 2008, justo antes del
inicio de la actual crisis económica, cuando parecía que la economía iba bien,
en España la tasa de riesgo pobreza era del 19,5% (porcentaje de hogares cuyos
ingresos no llegan al 60% del ingreso mediano equivalente nacional, se
considera que con menos no se tiene acceso al nivel mínimo aceptable de consumo
de bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades básicas). Es
decir, casi una quinta parte de la población no disfrutaba de aquel boom
económico.
En
Navarra podíamos presumir, y presumíamos en demasía, de ser la comunidad
autónoma con una tasa de pobreza más baja, el 7,4%, lejos de Extremadura (36,2%),
Andalucía (29,3%) o Murcia (28,6%), pero con cerca de 45.000 personas en riesgo
de pobreza que seguían siendo muchas personas. Y un dato que no debe ocultar
que hasta un 37,4% de las familias tenían dificultad ya entonces para llegar a
fin de mes. El desempleo tenía también una tasa relativamente baja, entre el 5
y el 6%.
Los
años de bonanza económica no habían dado lugar a una mejor distribución de la
riqueza en España. Al contrario, pese al crecimiento del PIB se había producido
una disminución en las rentas del trabajo, mientras que aumentaban las rentas
del capital; y nuestro gasto social se distanciaba de la media europea.
Si
en 1980 el 0,01% de la población con más rentas ingresaba al año 74 veces más
que el 90% de la población con menos renta, en 2008 ingresaron 173 veces más
gracias a haber incrementado sus ingresos anuales en ese periodo un 275%, el 1%
más rico ganaba un 105% más mientras que el citado 90% menos rico había
aumentado sus ingresos entre 1980 y 2008 solamente un 60%.
No
hay más remedio que confesar el grave pecado colectivo –no sólo de banqueros y
especuladores, también de muchos ciudadanos de economías modestas de a pie,
trabajadores, asalariados- en que había caído nuestra sociedad, el considerar
como normal el intentar hacerse rico a toda costa, especulando, defraudando al
erario, soñando con obtener plusvalía de cualquier simple operación económica,
compartiendo la ilusión del crecimiento infinito de todas las burbujas.
B. Tras varios años de crisis.
No
sorprenderá a nadie la afirmación de que la crisis ha aumentado la desigualdad
social en Navarra. Aunque una mayoría de la población navarra siga estando
constituida por clases medias con una aceptable situación económica y puede
acomodarse en el espejismo de que Navarra sigue siendo un espacio privilegiado,
cada vez crecen más las personas en situación de riesgo de pobreza y de
exclusión social.
El
desempleo casi se ha triplicado (del 6 % de 2008 hasta el 17 % de 2012) y el
empleo se ha precarizado más. La tasa de riesgo de pobreza se ha incrementado
hasta cerca del 9 % (dato oficial sobre la renta nacional española pero, como
señala Cáritas, si se parte de la renta de Navarra -"si cogemos la del Chad, no tendríamos pobres"-, la cifra es el
18 %, 120.000 personas). El número de
hogares sin ingresos se duplicó en el periodo 2007-2011 y alcanzó el 2,9 % de
los hogares de Navarra, 7.000 familias. La crisis también ha duplicado el
volumen de hogares en situación de pobreza severa (ingresos inferiores al 30 %
de la mediana) alcanzando un 4,4 % en 2010. Las instituciones públicas no
aportan recursos suficientes para solucionar esa situación, las entidades
sociales se están viendo desbordadas por las necesidades más acuciantes de la
población excluida y desatendida por las políticas públicas y muchas familias
están al borde de la extenuación para ayudar a todos sus miembros.
3. Actuar.
La
fe cristiana nos mueve a actuar tratando de humanizar la situación que acabamos
de ver. La Doctrina
Social de la
Iglesia y el propio Evangelio nos llaman a compartir nuestros
bienes con el prójimo. Existen numerosas formas y posibilidades de vehicular
este mandato. Estamos convencidos de que los creyentes debemos involucrarnos,
como trabajadores, profesionales o empresarios en el cambio del modelo
socioeconómico actual y de las estructuras que lo sustentan, así como de una
Iglesia más evangélica y democrática al servicio de los pobres y de la sociedad
en la que vive.
Con
este presupuesto asumimos una serie de objetivos en el ámbito de la
responsabilidad personal y que, sin olvidar la denuncia y la acción social, nos
acerquen más a la realidad de las personas y pueblos que más sufren en la
actual situación. Proponemos, en este sentido y de entre otros muchos posibles,
estos SEIS compromisos concretos adhiriéndonos a la propuesta de
1.-
Donar un día de sueldo/pensión al mes para las personas más desfavorecidas.
Proponemos que cada persona o familia calcule la trigésima parte (1/30) de sus
ingresos mensuales y los done a Cáritas Diocesana o a cualquier otra entidad de
lucha contra la pobreza que desee, durante al menos un año (12 mensualidades).
2.-
Ofrecer 2 ó 3 horas semanales de trabajo voluntario en tareas de
“transformación social”, preferentemente en organizaciones que se preocupan de
las necesidades de las personas empobrecidas y buscan un modelo socio-económico
más justo y más humano. Cada uno donde lo considere más oportuno; en su entorno
(parroquia, asociación de vecinos) o en una ONG, partido, sindicato, movimiento
social, movimiento eclesial, etc.
3.-
Actuar como contribuyentes éticamente responsables, pagando todos los impuestos
sin fraudes ni artimañas legales, incluso solicitando la factura para pagar
siempre el IVA.
4.-
Ahorrar en banca ética ó en las entidades más comprometidas socialmente.
5.-
Visitar, al menos dos veces al año, una tienda de Comercio Justo, Ecológico o
Solidario.
6.-
Propiciar la existencia de becas u otras ayudas públicas, utilizándolas
responsablemente a fin de que puedan llegar a todas las personas que realmente
las necesitan.